La vida, a veces, te hace regalos inmerecidos

La vida, a veces, te hace regalos inmerecidos. Esa misma sensación tenemos en este momento respecto al musical ‘Hijos de la Libertad’. Ha sido, de verdad, un regalo que Dios ha hecho a la Milicia de su Madre. ¿O es que alguien de los que hemos vivido esta aventura desde el principio puede dudarlo?

Cuando hicimos la propuesta aquel todavía no muy lejano día de la Inmaculada de 2008 de preparar un musical sobre la vida de San Pablo, muchos no podíamos creer si quiera que se llevara a cabo la primera representación. En cuatro meses teníamos que crear la obra, los escenarios, componer las canciones y realizar los ensayos. Si entonces nos dicen que íbamos a grabar un disco, que estaríamos de gira por toda España, hasta las Islas Canarias, que nos sacarían por Televisión, que… nadie lo hubiésemos creído.

Pero una vez más se cumplió la ley del Evangelio. Dios puso el deseo en el corazón, nosotros nuestros miedos. El Señor nos regaló unos dones y nosotros pusimos nuestro esfuerzo. Él hizo el milagro de la multiplicación, nosotros habíamos puesto nuestros pobres panes y peces. Pusimos nuestras voces y poca maestría. Nuestra pluma y nuestros instrumentos. Nuestra sencillez y pobreza.

Y un regalo inmerecido. Me decía un joven que iba a participar esta vez en nuestra próxima actuación: ‘¡Gracias por darnos esta oportunidad!’. Cada uno de los más de 80 jóvenes actores que hemos pasado por este musical tenemos que tener un corazón así, nuevo, que sepa ver con mirada agradecida este regalo que Dios nos ha hecho. Sí, Señor. ¡Gracias por dejarnos vivir esta aventura! En verdad es un regalo que nos haces, no un favor que te hacemos nosotros a ti haciendo este musical. El Señor nos ha hecho un regalo a nosotros, pero, como siempre que Dios da algo, es para ponerlo al servicio de los demás. ¿Recuerdas? Que cada uno con los dones que ha recibido se ponga al servicio de los demás. San Pablo dixit.

Sí, Dios nos ha dado un regalo para que acerquemos a otros, especialmente a los jóvenes a la libertad que sólo Él nos puede alcanzar. ¡Cómo olvidar los apuros anteriores a la primera representación en Getafe y la alegría al concluir la representación! Y más tarde ese primer fuego de apostolado e ilusión ha ido prendiendo media España: en verano de 2009 en Bielsa y Plan, dos pueblecitos del pirineo aragonés. En diciembre en Pamplona y Burgos, donde empezamos a vislumbrar la fuerza del evangelio a través del musical. Ya en 2010 en Pamplona de nuevo en el día del catequista de la diócesis: ¡cómo vibraron nuestros corazones junto con los catequistas en unión a San Pablo! También estuvimos en Alcalá de Henares, en el colegio de los jesuitas, en el mismo que falleció nuestro queridísimo Padre Tomás Morales.



Lo palpamos en la Orotava con la evidencia que Tomás pedía para creer. Lo tocamos en los jóvenes con los que convivimos esos días y entendimos que teníamos que hacer de cada representación una excusa, un pretexto, para crear comunión, hacer Iglesia, animar a vivir la JMJ, presentar la Milicia, acercar a Dios. ¡Cómo olvidar la eucaristía de acción de gracias a los pies del Teide!

En Zamora, con el regalo de la presencia en el escenario de la Cruz de las JMJ se creó un ambiente de compromiso eclesial y joven que merece la pena destacar. Cuando “san Pablo” cantaba ante la cruz: “Para mí la vida es Cristo…” todos cantábamos con él. Y cuando al terminar el musical despedíamos a la Cruz y al icono de la Virgen todos juntos repetíamos “Evangelio es misión; ¡Ay de mí si no evangelizara!” Y por último en Cáceres: además de la magnífica acogida de los 44 participantes en el Seminario diocesano, pudimos comprobar la capacidad de convocatoria de la ciudad y de los pueblos de la provincia que como Moraleja o el Casar llenaron un autocar para asistir al musical. Además, el entusiasmo que desde la primera canción se notó cuando rompieron a aplaudir y consiguieron crear un ambiente de complicidad entre todos que nos hizo vibrar y disfrutar con el hecho de ser cristianos.

En todas las representaciones hemos notado la fuerza viva del evangelio, contado y cantado de un corazón joven a otro. Nos hemos encontrado con personas incluso no creyentes con las que hemos mantenido un diálogo en el que nuestra fe se ha hecho cultura. Hemos encontrado la ayuda desinteresada de mucha gente, preparando los locales, diseñando y cosiendo todo el vestuario… Nos hemos sorprendido con la creatividad de nuestros compañeros y con la misma nuestra, trabajando en equipo, iluminados con la misma ilusión: que las almas tengan vida y la tengan más abundante.

Junto con las representaciones, en los últimos meses algunos de nosotros también hemos trabajado en la grabación del disco que contiene 12 de las canciones del musical y en la elaboración de un cuadernillo con todo el musical. No es necesario decir que ha sido una empresa en la que ninguno de nosotros teníamos experiencia. Pero de nuevo la Providencia de Dios ha estado presente en la figura de David Santafé, músico profesional y antiguo militante, que ha acogido el proyecto como propio con una ilusión admirable.

Dios nos ha hecho el más sorprendente e inmerecido regalo. Y como siempre no dejará de sorprendernos también en el futuro si sabemos acoger este regalo. Porque en la economía divina, un don acogido nos prepara para recibir un nuevo don de Dios. Y es que el Señor no ha hecho más que empezar a sorprendernos.

 Javier S. y Alberto B. (Revista ESTAR, diciembre 2010)