Contemplación para alcanzar amor.
Ver cómo estoy delante de Dios nuestro Señor, de los ángeles, de los santos interpelantes por mí…, y pedir lo que quiero: conocimiento interno de tanto bien recibido, para que yo, enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad.
- Traer a la memoria los beneficios recibidos…
- Mirar cómo Dios habita en las criaturas…
- Considerar cómo Dios trabaja y labora por mí en todas las cosas criadas sobre la haz de la tierra…
- Mirar cómo todos los bienes y dones descienden de arriba…
(Ejercicios Espirituales 230 – 237)
Quinta Semana de los Ejercicios Espirituales Ignacianos.
Contemplativos en la acción.
La vida del militante de Santa María, rezuma sencillez. No puede ser de otro modo, pues su Maestra, la Virgen Madre, así se lo marca con su vida oculta en Nazaret.
Vida de contrastes, que la hacen atractiva a los ojos de los hombres, agradable a los ojos de Dios. «En medio del mundo, pero sin ser del mundo», como la flor del campo, crece allí donde Dios la coloca. Sin cuidados especiales, ni invernaderos que le protejan de tormentas o heladas. Con el único cuidado del Amor de Dios, que le es suficiente.
Un estilo de vida que se forja en el día a día, en el asiduo contacto íntimo con Jesús Eucaristía, ardiendo en el fuego de conquista del Amor del Corazón de Jesucristo… Su mirada, contemplativa, reconoce los signos de la presencia de Dios en el mundo. Y desea transformarlo de animal en humano, y de humano en divino.
Conscientes de la dignidad que le confiere el Bautismo, tiende con todas sus fuerzas a la santidad, entendiendo que las limitaciones y miserias propias, son gracias de las que Dios se vale para hacer Su obra.
«En todo amar y servir…» en el día a día, en medio del mundo, siendo contemplativos en la acción, no cansándose nunca de estar empezando siempre, y todo esto, «Ad maiorem Dei gloriam«.