Etiqueta: Deporte

  • ¡Somos parte de Ella! #Todos

    ¡Somos parte de Ella! #Todos

    Este fin de semana que acaba de transcurrir, el grupo de jóvenes de la Milicia de Santa María ha participado en dos actividades programadas por la Diócesis de Getafe: el XXIV FESTIVAL DE LA CANCION MISIONERA 2017 y el I TORNEO DE FÚTBOL DURÁN.

    OS dejamos las fotos de las dos actividades y los respectivos trofeos de cada una de ellas, pues quedamos en primer posición en ambas. Sin embargo, lo más importante no es haber ganado, que también; sino haber vivido un día como Iglesia; un día con esa gran familia que somos, que formamos todos los cristianos y que, a veces, no sentimos como nuestra.

    ¡Qué importante es creer en la Comunión de los Santos! y que todos estamos unidos en el cuerpo místico de la Iglesia. Mi oración, mi entrega, mi penitencia, mi éxito y fracaso tienen su repercusión en el mundo. Por ello, los cristianos perseguidos y cada uno de los mártires son semilla de nuevos cristianos y fortalecen nuestra fe.

    Amad a esta Iglesia, permaneced en esta Iglesia, sed vosotros esta Iglesia. San Agustín
    Cada cual con su carisma y misión, somos iguales ante el Señor y somos necesarios en la Iglesia. SS. Francisco

    XXIV FESTIVAL DE LA CANCION MISIONERA 2017

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    I TORNEO DE FÚTBOL DURÁN

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    Y, por último, el domingo nos fuimos de marcha a la Pedriza:

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    ¡POR CRISTO, POR LA VIRGEN, POR LA IGLESIA!

    MÁS, MÁS Y MÁS

  • ¿Deporte o algo más?

    ¿Deporte o algo más?

    Por Pablo S. (23 años. Madrid)

    Por todos es sabido que la práctica de deporte y actividad física tiene innumerables beneficios sobre la persona que lo practica: desarrolla la musculatura, fortalece los huesos, mejora todo el sistema cardiovascular, mejora las capacidades cognitivas, reduce el riego de múltiples enfermedades, libera endorfinas que ayudan a la mejora del estado de ánimo previniendo depresiones y demencia, y así numerosos estudios van confirmando que el ser humano está diseñado para el movimiento.

    Podríamos describir otros tantos beneficios a nivel psicológico o a nivel social, pero el tema que nos concierne es el de la educación. ¿Es el deporte un buen instrumento para la transmisión de valores?

    El deporte está inmerso en el mundo educativo, en la educación obligatoria y en las actividades extraescolares para los niños y en múltiples ofertas para jóvenes, adultos y ancianos, por lo tanto, como actividad educativa, transmite unos valores.

    Es bastante habitual que esta transmisión de valores quede en el olvido, especialmente en entrenadores de clubes juveniles, y en este olvido de transmitir valores es donde los valores de los medios de comunicación, afición, sociedad… se transmiten a los niños. El deporte pasa a ser una actividad exclusiva, para los más cualificados, donde no importa pasar por encima de valores, normas y personas para lograr el éxito. Vemos multitud de ejemplos hoy en día en el deporte profesional.

    Por otro lado, si la formación de la persona pasa a ser lo primordial en esta práctica deportiva, encontramos en el deporte un instrumento ideal para ayudar a crecer de forma integral a cada deportista.

    Varias razones me hacen pensar esto. En primer lugar, destaco el carácter lúdico y atractivo que facilita que la persona se acerque a la práctica con una predisposición positiva. En segundo lugar, el deporte tiene un carácter vivencial, y facilita las relaciones interpersonales, lo cual pone en juego afectos, emociones y sentimientos con más facilidad que otras disciplinas. La educación en valores no debe solo afectar a un aspecto reflexivo (no vale sólo con grandes reflexiones y discursos) sino también a un aspecto conductual y afectivo y considero que el deporte es un ámbito privilegiado para desarrollar estos tres aspectos. En tercer lugar, para mí el más diferenciador con el resto de disciplinas, es que el deporte da lugar a numerosas situaciones de conflicto y consecuencias morales producidas por la competición; si se trabaja bien, el deporte da la posibilidad de vivir situaciones críticas en un entorno controlado, lo que favorece el autoconocimiento y da la posibilidad de educar moralmente.

    La transmisión de valores en el deporte no es algo bueno o malo, depende del responsable de la actividad y cómo utilice el instrumento; lo que está claro es que el deporte tiene una potencialidad enorme, capaz de construir y de destruir.

    El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas… Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar barreras raciales (Nelson Mandela).

    Para más información: @EDeporteValores

    Artículo publicado en la Revista Estar

  • El ejemplo de Kobe Bryant: la Sagrada Familia

    El ejemplo de Kobe Bryant: la Sagrada Familia

    Kobe Bryant, una de las estrellas del baloncesto de todos los tiempos, que ha anunciado recientemente su retiro al final de temporada, ha protagonizado un post en Church Pop con ocasión de la fiesta de la Sagrada Familia, el pasado 27 de diciembre. ¿Por qué?

    Muchos no saben que Bryant, nacido en Filadelfia en 1978, creció en una familia católica y que a los seis años su familia se trasladó a una hora de Roma, tanto que aún hoy el campeón de la NBA domina el italiano.

    Con 23 años, Bryant se casó con Vanessa Laine, de 19 años, también católica. En 2003 nació su primer hijo.

    Ese mismo año, ocurrió algo que dañó su reputación –muchos patrocinadores lo abandonaron por ello-, su matrimonio –su mujer le pidió el divorcio años después- y a él mismo profundamente.

    Bryant fue acusado de violar a una muchacha en su habitación de hotel mientras se encontraba en Colorado para una cirugía de rodilla.

    El jugador admitió haber mantenido relaciones con la chica y se disculpó públicamente, pero negó la violación.

    Sentía mucho miedo a ir a la cárcel. En 2004 un juez archivó las acusaciones por violación, pero la mujer presentó una demanda civil contra Bryant, que se resolvió fuera de los tribunales.

    Aunque Bryant y su esposa permanecieron juntos durante algunos años tras las acusaciones, y tuvieron incluso un segundo hijo, en 2011 la mujer le pidió el divorcio.

    Pero la historia no termina aquí…

    En una entrevista a GQ el pasado febrero, Bryant explicó cómo su fe católica lo ayudó a enfrentar el mal momento provocado por su infidelidad.

    Lo único que me ayudó realmente durante ese proceso –soy católico, crecí como católico, mis hijos son católicos– fue hablar con un sacerdote”, asegura.

    “Fue casi divertido. Me miró y me dijo: ‘¿Lo has hecho?’, y yo dije ‘Obviamente no’. Luego preguntó: ‘¿Tienes un buen abogado?’, y dije ‘Sí, es muy bueno’. A lo que él respondió solamente esto: ‘Déjalo ir, sigue adelante. Dios no te dará nada que tú no puedas enfrentar, y ahora todo está en sus manos. Es algo que no puedes controlar, por lo tanto, déjalo estar’. Y ese fue el punto crucial”.

    En 2013, Bryant y su mujer anunciaron su reconciliación y haber suspendido la cuestión relacionada con el divorcio.

    Es importante recordar que ser una sagrada familia no es una abstracción, sino una realidad concreta.

    Una sagrada familia no está hecha de ángeles sino de pecadores, cuyo amor por Dios y cuyo amor recíproco no permiten que la muerte provocada por el pecado impida buscar la vida resucitada que deriva del perdón.

    Muchas personas han crecido en la fe católica, se han casado con un católico según la Iglesia católica y están buscando permanecer fieles a sus votos y educar a sus hijos como católicos.

    Actualmente es difícil lograr hacer todo esto. El pecado y la falta de perdón no hacen más que aumentar la oscuridad que muy a menudo lleva a la muerte de matrimonios y familias.

    Bryant y su esposa son evangelizadores católicos que a través del ejemplo de su vida enseñan a otros esposos y a otros padres que viven un momento oscuro y están al borde de la desesperación a percibir la luz en la oscuridad y a aprender de esta experiencia y a nacer nuevamente en Cristo como esposos y padres, según la voluntad de Dios.

     

    Artículo publicado en Aleteia.org

  • Jornadas de Semana Santa 2013 en Rozas de Puerto Real

    Exif_JPEG_PICTUREHan sido mis primeras Jornadas de Semana Santa en España. En Lima ya he ido tantas veces que no recuerdo el número, pero siempre han sido distintas unas de otras, pues el Señor hace las cosas nuevas siempre, y esta vez, definitivamente, no sería distinto. Cabe mencionar la importancia de la preparación previa, es decir, haber vivido la Cuaresma como Dios manda. Es una de las cosas que más me gusta de nuestra Iglesia, que es madre y maestra, y nos ayuda por medio de estos tiempos litúrgicos, a través de las lecturas y oraciones a meternos de lleno en los Misterios que nos invita a celebrar. Aunque creo que pude haber hecho más, me parece la viví mucho mejor que otros años, y se lo debo sobre todo a las actividades de la Milicia y a la ayuda que brinda la Residencia Universitaria de Écija en Madrid, donde actualmente vivo, siendo la oración de la mañana y el balance nocturno, claves en ese camino.

    Los de Madrid partimos el Jueves Santo a media mañana hacia Rozas del Puerto Real. Allí nos alojaríamos en el Seminario Menor de la Diócesis de Getafe, que nos lo habían dejado como en años anteriores. Al llegar nos recibió la lluvia, nada raro para la zona y por la temporada. Luego ya no nos dejaría, con excepción del sábado santo, día dedicado a la Virgen.

    Para mí fue una nueva experiencia en todo sentido, más allá de las causas obvias, como podrían ser el número de personas, el lugar, el clima (en Lima están en verano) o el país. Parece que  todo ello se ordenó para redescubrir algo que destaco después de vivir esta experiencia: “la alegría que trae el compartir la fe”. Me parece interesante mencionar que a pesar de ser de tan lejos y de no conocer a todos los militantes, en todo momento me sentí parte de una gran familia, y familia en el sentido más profundo de la palabra, donde uno es acogido no por lo que tiene sino por lo que es, y esto, me parece, se explica por el don de la fe.

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    Los paisajes que circundaban el Seminario, que se podían contemplar a pesar de la lluvia, eran bellísimos y me ayudaron para la oración más de una vez, me evocaba a las gracias espirituales que brindaba el Señor gratuitamente en esos días santos.

    En total fuimos unos cincuenta. Hubieron cuatro grupos de medias y dos de universitarios. Yo integré uno de estos últimos. Entre los grupos nos rotábamos las labores del servicio de cocina: servir, recoger y fregar, educativo cien por cien, la convivencia en el servicio siempre ayuda a salirse de uno mismo. La dinámica de actividades fue muy similar a  la que se tiene en Perú: Oración, estudio, deporte, bincas, asamblea del día, los Oficios por las tardes, con algunas variantes, pero de menor importancia. De las muchas actividades que tuvimos me quedaría con los Oficios con el pueblo y con la visita al alberge de ancianos de Rozas. En los Oficios fue nuestro grupo el que organizó prácticamente toda la Liturgia: el sacerdote, que ya conocía la Milicia de años anteriores, nos dejó que la llevemos. Fue también, por lo tanto, una experiencia de evangelización. La experiencia del alberge fue una excelente oportunidad de dar un poco de lo que estábamos recibiendo en estos días. Estas personas por su condición no podían participar de los Oficios, por lo que de algún modo pudimos llevarles en nosotros a ese Cristo que muere y resucita por amor a la humanidad.

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    Otra actividad fuerte fue la velada que tuvimos los universitarios, de jueves para viernes, haciendo turnos de oración de una hora. Esto fue también algo nuevo y muy provechoso para mí. En ella me vino una idea que me ayudó a vivir mejor las jornadas. No fue ningún descubrimiento, sólo fue una claridad nueva sobre una de las virtudes de la Virgen, quizá la más importante, la fe, y que luego tuve la oportunidad de compartirla con los demás durante los puntos de la oración del sábado por la mañana.

    Y me quedaría mucho por mencionar, las experiencias de las asambleas, la misión puerta a puerta el nada más llegar, el deporte, charlas de formación, el festival, etc., momentos que quedarán en el corazón, pero que han hecho que cada vez este más convencido del bien que hace la Milicia a la juventud, sea donde sea. Los jóvenes tienen sed de Dios, antes y ahora también. Veo lo que hace en mí y deseo lo mismo para todos esos jóvenes que esperan ansiosos un testimonio que encarne a Cristo resucitado, razón de ser de quien vive una Pascua inacabable.

    Eder F.

  • Impresiones de campamento 2012 Jorge A.

    Este campamento me ha gustado mucho porque siempre hay un tiempo para cada cosa. Esto, junto a la escuadra, es lo mejor porque te enseña a aprovechar cada instante y a vivirlo al máximo.

    Lo que también me ha gustado son los amigos y Gredos, que es una aventura impresionante.

    Del resto de cosas puedo decir lo siguiente:

    –        La oración de la mañana me ha enseñado a orar.

    –        El deporte me ha enseñado a “no cansarse nunca de estar empezando siempre”.

    –        El taller de naturalismo me ha enseñado a apreciar lo que me rodea.

    –        Los ratos de escuadra me han enseñado a convivir con otras personas

    –        La Eucaristía me ha acercado más a Dios.

    –        El fuego de campamento te enseña a apreciar lo que hacen los demás.

    Jorge A.

  • Impresiones de campamento Alfonso B.

    Mi primer campamento no resultó del todo como me esperaba. Para empezar descubrí que estoy en peor forma que la que pensaba.
     
    Fueron días de trajín, de trabajar, de compartir vida. Fueron jornadas para aprender sobre uno mismo, mis aguantes y mis fuerzas, también sobre mis flaquezas…
     
    Entiendo que haya tantos muchachos que salgan contentos tras este tiempo intentando superarse día a día, entablando relaciones con los compañeros, animando, jugando al deporte, preparando los fuegos nocturnos… Haciendo vida de grupo. De tener yo su edad también lo viviría así, me figuro. Pero no la tengo, y por eso he podido ver otro lado del campamento; un lado más de educador.
     
    Y he comprendido que el campamento Santa María de la Montaña tiene una fuerte vocación, y una exigencia alta. ¡Buf!, era un ritmo fino. Y las cumbres de Gredos fueron un auténtico reto para mí. Os aseguro que pensé «realmente tiene que haber más que subir estos picos, porque si no, no vuelvo otro año», mientras subía fatigosamente. Pero, ¡aaah!, sí que hay más que «subir esos picos». Está el bajarlos con la satisfacción de haberlos coronado, contemplado el paisaje, compartido con los compañeros… está el dormir bajo las estrellas con el eco en derredor… está el bañarse en la laguna bien fresquita a primera hora de la mañana… están los ratos de fuego donde los chavales dejan sus almas volar… está la misa con María mirándonos, mientras estamos agarrados al peñasco que sobresale de la roca que es nuestro cimiento…
     
    Efectivamente, cuando pueda volveré al campamento. Y no solo a subir las cumbres de Gredos.
     
     
     Alfonso B.
    Madrid