Una mochila puede llevar libros, ropa, basura… también puede llevar una gran experiencia. Y una gran experiencia puede haber sido compartida, aunque no conozcas a la otra persona.
La JMJ en Madrid reunió a miles de personas, muchos miles. Ayer me encontré con una de ellas.
Cuando tomé el metro por la mañana vi una mujer con una mochila de la JMJ. Le pregunté si había ido, y me comentó que sí, que fue voluntaria del evento.
Le propuse rezar un Padrenuestro juntos, por las intenciones de cada cual. Lo rezamos, ella sentada en el asiento y yo a su lado de cuclillas.
Luego seguimos un rato hablando.
Margarita es del Perú, y estudia secretariado, y en su mochila «jotaemejotera» llevaba sus libros.
– ¿Perteneces a algún grupo? -me preguntó.
– Sí -repuse yo-. A la Milicia de Santa María. ¿Y tú?
– Al Camino Neocatecumenal -me dijo-.
Chicos, poder vivir la fe en la comunión de la parroquia, del grupo, de la familia es genial.
¡Ánimo! Y gracias, Señor, por Margarita.
Alfonso B.