Es difícil resumir en unas pobres líneas, la vida que se siente como recibida.
No es fácil contar Quién es la Inmaculada para un militante, para un cruzado. Sencillamente lo es todo. «La Cruzada – Milicia es María«, y esto, no es sólo una frase bonita, sino que resume la gran perla de la vida de cada militante, de cada cruzado.
El día 8 de diciembre, todos los militantes, renovamos nuestros compromisos ante la Madre. Van pasando los años, y vamos entendiendo que la Virgen acepta año tras año nuestro compromiso, y lo hace comprometiéndose con nosotros. ¿Cómo, si no fuera así, podríamos perseverar 365 días en los deseos de serle fiel? Como Juan Pablo II, el día 9, el 10 de diciembre, gritamos con la vida callada, creciendo en silencio: «María, todo tuyo soy».
«Tratándose de la Inmaculada hay que soñar, ilusionarse apasionadamente con Ella y con las almas‟ (Tomás Morales S.J.)
En este día los militantes ofrecemos nuestro próximo año, y nos comprometemos a vivir entregados a la Virgen y a Dios, en este estilo de vida que nos brinda la Milicia de Santa María. Porque lo mejor que podemos ofrecerle a Dios, es nuestra propia vida por medio de la Virgen.
Los compromisos son:
- Itinerario de crecimiento personal.
- Vínculo de unidad entre todos los militantes.
- Entrega generosa a Dios a través de la Virgen.
María, en su Inmaculada Concepción, es aurora silenciosa que anuncia ya el sol que es Jesucristo. Ella llega al mundo en silencio. Pero, sin que nadie lo sepa, el milagro de la Redención, anticipando su gracia en María, ha comenzado a realizarse.
También nosotros, silenciosamente, queremos llevar a otros a Jesucristo, para luego desaparecer. Como María queremos en silencio entregarnos a Dios, decirle «Hágase» a su voluntad. Y en silencio viviremos nuestros compromisos día a día.
Porque lo más grandioso es esa vida ofrecida a Dios en el día a día. No sólo el ocho de diciembre, sino el nueve, el diez, el once… Hacer que el sí de este día extraordinario, sea un sí sostenido en cada día ordinario.