Manolo Amorós, cruzado de Santa María.

Suenan voces cerca ya,
la fruta madura está;
alguien tiene que saltar
a Perú, Chile, Zaire…, ¡qué más da!, porque…
hay que saltar a misionar.

Hay que elevar ya la mirada
la Iglesia no puede esperar
en nuestra mano está, todo dependerá
de hacer viva la mística campamental.

Ya sé que tú como yo,
a MISIONES quieres ir,
ya sabes la preparación:
“El ahora, el presente vivir”, porque…
hay que saltar a misionar.

Hay que elevar ya la mirada
la Iglesia no puede esperar
en nuestra mano está, todo dependerá
de hacer viva la mística campamental.

 ¿Quién el puesto ha de cubrir
del que marcha a misionar?
Sólo aquel que sepa abrir
alma y vida a Jesús, de par en par, porque…
hay que saltar a misionar.

Hay que elevar ya la mirada
la Iglesia no puede esperar
en nuestra mano está, todo dependerá
de hacer viva la mística campamental. 

La vida de todo hombre es una incógnita, cada una por una razón.

Y la de un cruzado de Santa María es un misterio insondable, un abismo de pobreza y Misericordia.

Manolo Amorós, gran hombre con corazón de niño, conoció en su adolescencia la Milicia de Santa María. El encuentro con su Madre, la Virgen, descubrir su tierno amor, fue la luz que desde entonces guió su vida, durante largos años en tierras de misiones peruanas.

Hoy ese corazón bondadoso dejó de latir de repente, para empezar a Vivir…
Hoy, 7 de mayo de 2012, este testigo de la Misericordia de Dios, ha recibido el relevo final. Ha perseverado en la vocación de laico consagrado en medio del mundo, hasta el final, y Dios le ha llamado por fin a su intimidad, por toda una eternidad…

Un cúmulo de sentimientos se amontonan al recibir la noticia: tristeza, dolor…, pero sobre todo, alegría, esperanza, gratitud…

En medio del mundo, allí donde Dios le esperaba hace años, allí donde la Virgen lo encontró de joven, hoy ha fallecido, naciendo a la Vida, la verdadera Vida por la que como cruzado gastó sus años por la salvación de la juventud, como gratitud a la Virgen.

Desde el cielo intercedes por tus hermanos cruzados, por tus hijos militantes. Y hoy,  las notas de tu guitarra, empujan a cada uno de los que te conocimos, a preguntarnos con sinceridad delante de Dios:

¿Quién el puesto ha de cubrir
del que marcha a misionar?
Sólo aquel que sepa abrir
alma y vida a Jesús, de par en par, porque…
hay que saltar a misionar.

Santa María, en tu mes, Reina y Madre de tu Cruzada – Milicia, ruega por Manuel T. Amorós.