En este día de penitencia y de ayuno en el que comenzamos un nuevo camino hacia la Pascua de Resurrección, el rito de la imposición de la ceniza, el sacerdote recuerda al cristiano: «Polvo eres, y en polvo te convertirás». Verdad rotunda que nos coloca ante la realidad de la finitud de todo, incluso de nosotros mismos.
Pero el militante exclama en su interior ante esta verdad: «¡Polvo soy, mas polvo enamorado!«.
La vida vale, lo que vale el amor que en ella hay. Cuando Cristo entra en la vida, todo, hasta la muerte de la renuncia de uno mismo cada día, se llena de Luz y Vida.