• Confianza en la Providencia.

    Del 7 al 15 de agosto ocho militantes tuvimos la oportunidad de hacer una tanda de Ejercicios Espirituales con la Milicia de Santa María. Días deliciosos, de paz y calma, fueron dirigidos por el p. Santiago M. y Jaime M.

    Quince días después, echo la vista atrás y no puedo sino sentirme agradecido a Dios por todo lo que recibí en esos magníficos días.

    Siempre cuesta entrar en el clima adecuado para ellos, y la verdad es que los primeros días anduve en medio de mucha lucha por calmarme, para lo cual ayudaba mucho el silencio de mis compañeros. Había sido un año duro, y necesitaba reflexionar sobre cómo estaba y, sobre todo, hacia dónde quería ir.

    Naturalmente, los días no fueron del todo tranquilos, siempre anda por ahí la distracción y las tentaciones para sacarte de Ejercicios, pero al final triunfó el Señor, que se derramó con abundantes gracias. Sentir la presencia del Señor, la naturalidad del trato en la oración, el saber que no tenía ninguna prisa por nada, crearon el clima ideal para que Dios empezara a hablar y me demostrara una vez más cuánto nos ama, y que quiere lo mejor para nosotros.

    En mi caso, se reforzó la fe y la confianza en el Señor, que es la piedra angular de toda vida cristiana, y me recordó que, en el fondo, Dios nos pide una cosa: “ocúpate de las cosas del Señor, que el Señor se ocupará de las tuyas”. Algo que personalmente yo interpreto como un salir de mí mismo para dar a los demás, no ser egoísta ni egocéntrico, y dejar que sea la Providencia quien actúe en mi vida, transformándola hasta en lo más pequeño. Si hasta los cabellos tenemos contados, ¿a qué viene tanto sufrimiento por el futuro? Bien nos recuerda el padre Morales que para cumplir bien con la Providencia, en tiempo de desolación no hay que hacer nunca mudanza. Ignacio tenía razón…

    Esa es la más grande convicción y deseo que me llevo de Ejercicios. Ahora viene la parte más larga y difícil: ponerla en práctica. Pero, como dice el salmo, “el Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?”

    Dios siempre estará ahí, tanto si subimos hasta la cima como si descendemos hasta el abismo.

    Bernardo C., (Madrid)

  • Impresiones de campamento 2012 Carlos J.

    Este campamento ha sido distinto a los anteriores para mí ya que me tocó ser jefe de escuadra. Desde que me lo dijeron estaba ilusionado porque ser jefe de escuadra implica tener ciertas responsabilidades que me permitirían mejorar en la vida diaria. Así pues, fui al campamento con ganas, pero a su vez un poco triste ya que me perdía los Sanfermines. No obstante, mereció la pena.

    El día que llegué y me presentaron a mi tienda me llevé una alegría, pues conocía a casi todos. Además, ya habían estado en campamentos anteriores, por lo que no era necesario andar detrás suyo en todo momento porque sabían lo que debían hacer. Conforme pasaban los días nos llevábamos mejor y acabamos como una “piña”.

    Los días de la primera etapa, la de la responsabilidad (antes de ir al circo de Gredos), nos sirvieron para conocernos bien y me permitió observar los peligros que tendríamos allí. Así, en una reunión, hablé con ellos y les pedí cuatro cosas que nos ayudarían a no tener problemas en Gredos. Sin embargo, nunca pensé que la segunda etapa, la de reflexión (los días en Gredos) iba a ser tan buena. No sólo cumplieron con lo que les pedí sino que lo hicieron lo mejor posible siendo todo un ejemplo. Así en Gredos me ayudaron entre todos a llevar la tienda como pretendía.

    A la vuelta de Gredos comenzamos a estar más unidos que nunca. Les propuse analizar sus fallos para mejorar como personas, pero me fui desanimado en este aspecto porque me da la sensación de que podía haber hecho mucho más. Los últimos días en el campamento fueron una auténtica maravilla. Nunca olvidaré la noche en la cabaña que hicimos, ni el día de las olimpiadas.

    En resumen, este campamento me ha permitido mejorar como persona ya que el ser jefe he tenido más responsabilidad y me ha ayudado a tener más paciencia, ser más ordenado y puntual. Estas superaciones no hubieran sido posible sin la tienda tan buena que tuve. Ahora viene lo difícil, que es llevar todo esto a la vida real.

    Carlos Juan de Dios

    Pamplona

  • Impresiones de campamento 2012 Dan G.

    Impresiones de campamento 2012 Dan G.

    El Señor siempre nos sorprende. El campamento de este año no podía ser una excepción. Yo pensaba que también este año me tocaría ser jefe de escuadra. Sin embargo, dos meses antes de que empezara me enteré de que me tocaría estar dentro del equipo de dirección. La noticia no me sentó muy bien pues el año anterior salí con muchas ganas de retomar la tarea de jefe para seguir creciendo en todos aquellos aspectos en los que me había visto superado. La preparación del campamento fue un tiempo de incertidumbre por no saber qué me iba a encontrar a partir del día 1 de julio. Lo que he descubierto es una manera distinta de vivir el campamento.

    Haciendo un repaso general de estos quince días tengo la sensación de no haberlos aprovechado al máximo. La tarea de subjefe de campamento, la que al final se me encomendó, no supone el mismo trabajo y tensión que la de jefe de escuadra. Uno vive más relajado, con más tiempo, un poco fuera de la actividad. Es más costoso estar encima de uno mismo para corregir tus fallos. Es como si uno pasara por Gredos sin que Gredos pasara por él. Conociéndome, que tiendo a ver más intensamente mis fallos que mis aciertos, busqué algo bueno de mi nueva función. Así encontré la clave: “Yo no he elegido ser subjefe de campamento. Ser subjefe supone estar en campamento con otro ritmo. He de buscar la manera en que Dios quiere que lo viva.”

    Me parece que esa clave es el servicio. Yo no soy subjefe para crecer yo, para pasármelo bien o para recibir grandes toques del Señor. Yo soy subjefe de campamento para entregarme a los demás, para que otros crezcan, se lo pasen bien y tengan esos toques del Señor. No es que yo no necesite esas tres cosas o que no se den en mi campamento. La cuestión es que yo no vengo para recibir, que ya he recibido mucho, sino para dar. Para olvidarme de mí, para vivir la campaña de la Visitación. Solo viviendo en esa clave, solo si no estoy todo el día pensando en si me está sirviendo para crecer, si estoy a gusto, en si el Señor me habla o no me habla en la oración… Solo viviendo así, haré un buen campamento. El resto, se nos dará  por añadidura. Se trata de cambiar una manera de ver las cosas. Pasar de estar fijándome en qué tal me ha ido a mí para confiar en que si hago lo que tengo que hacer, o al menos me esfuerzo en hacerlo, el Señor cuidará el resto. Es el reto de creer en el amor de Dios. De que por muy mediocre que te parezca tu vida el Señor puede hacer obras grandes con ella. De dejarle a Él hacer tu vida aunque pienses que está mal hecha. Ya no es tan necesario sentir el amor de Dios. Basta con creer en él.

    Vuelvo a mirar al campamento desde esta perspectiva y no  me queda sino aceptar lo que hay. También se lo ofrezco al Señor a pesar de que no lo hallo de mucho de valor. Veo cuantas veces he sido incapaz de salir de mí mismo para dar aquello que verdaderamente necesitaba el campamento. Veo también las veces en que no he querido tener ese pequeño detalle que tenía en mis manos. Y encuentro un motivo para la esperanza. Aunque he hecho muchas cosas mal, he hecho otras muchas que han ayudado a la marcha del campamento. Aunque pudieran haber salido mejor, aunque hubiera podido entregarme más, ahí están. El campamento ha salido adelante. No sé cómo pero he amado. Me queda aprender y seguir mejorando. Tenemos la promesa de que “nada nos separará del amor de Dios”. Poco a poco Dios irá sacando más y más amor de mí. Aunque ahora me parezca imposible de conseguir. Pero sucederá.

    A los jefes de escuadra. Vosotros también estáis descolocados por lo que acabáis de vivir. Quizás os apena el no haber disfrutado de campamento como otras veces. No importa. Vuestra alegría debe ser que habéis amado con el corazón de Cristo, a pesar de vuestros pecados. Habéis hecho lo que tenías que hacer, el resto, ¿qué más da?

    Dan G.

    20 años

  • Mis primeras convivencias de militantes.

    Mis primeras convivencias de militantes.

    Este año ha sido increíble, y lo mejor han sido mis primeras convivencias de militantes en agosto.

    Las convivencias han sido en un pueblecito de Navarra llamado Bera. Uno de los primeros días fuimos a dar una vuelta por pueblo, con un amigo de la Milicia que hizo de guía , vimos el pueblecito  y después el campanario. Ahí nos contó la historia del campanario y nos mostró el mecanismo del reloj y las campanas.

    Otro día fuimos a Loyola, ¿una catedral con una casita dentro? Sí, en Loyola es posible, además no era una casa cualquiera, era la casa del mismísimo Ignacio de Loyola. Dentro de la casa fuimos a la capilla de la conversión, donde Íñigo se entregó a Dios. Allí celebramos la Eucaristía en el lugar donde se convirtió uno de los santos más importantes. Simplemente increíble.

    Más tarde fuimos a la playa donde había unas «olitas´´ de tres o cuatro metros que tiraban a todos los que se atrevían a entrar en el mar.

    Unos días después fuimos al lugar más esperado, por fin estábamos en Lourdes. Nos alojamos en la ciudad de los jóvenes (excepto José Luis P., que fue a la ciudad de los muchachos, pues se perdió al llegar).

    Ahí nos encontramos con los universitarios que habían hecho una travesía por los Pirineos. Por la noche rezamos el rosario de las antorchas. Yo pensaba que íbamos a estar  solos, los militantes y ya está. Pero me equivoqué. Por lo menos había quinientas o seiscientas personas rezando el rosario con unas velas en la mano a lo largo del recinto de la explanada y lo rezaban en todos los idiomas, francés, español, italiano, …

    Al día siguiente celebramos la Eucaristía en la mismísima gruta, ¡donde se apareció la Virgen!, fueron unos días inolvidables.

    Pero aún no habían terminado las convivencias, quedaba la rutina diaria, en el colegio de Bera hacíamos de todo: teníamos lectura espiritual, charlas formativas, deporte…, después a rezar al ángelus antes de comer. Cuando terminaba la siesta rezamos el rosario de la capilla del colegio, bincas, coloquio y después Misa, cena, y la velada. La verdad es que José Mª. lo organizó todo bastante bien.

    Para acabar, estas convivencias han supuesto un antes y un después en mi vida, me han cambiado y espero que para mejor.

    Adrián A., 16 años (Murcia)

  • Impresiones de campamento 2012 Anónimo

    Me llevo del campamento una buena impresión. Venía con muchas dudas (¿habría elegido la mejor opción para estos días?) y muchas ganas. A mitad de campamento me derrumbé porque tenía muchas ganas de subir a Gredos y por una tontería como es una torcedura de tobillo en un partido de fútbol me tuve que estar esos cuatro días en Santiago sin hacer nada. Gracias a los amigos, que me dieron ánimos, he terminado muy contento y con ganas de volver.

    Lo que he aprendido es a respetar el momentos y saber esperar.

    Anónimo

  • Ejercicios Espirituales de militantes.

    Este mes de agosto he estado en ejercicios espirituales. Han sido en un pueblo cerca de Pamplona.

    Iba con ganas, porque era una tanda de siete días, y las impartían dos personas con las que me apetecía un montón recibirla.

    Confieso que, como en las últimas tandas, ésta no me ha supuesto un gran cambio sensible, no he tenido “calentito el corazón”, ni tampoco frío. Pienso que si pongo de mi parte el Señor sabrá hacer.

    Salgo con las miras puestas a la oración, a mantenerla, reforzarla y sobre todo a no dejarla caer, como en bastantes ocasiones he hecho este curso pasado. Escuchando la vida de san Francisco de Sales (hermano del santo más pequeño del mundo, “san Frasquito de Sales”, je, je, je) vuelvo a comprender que los grandes deseos de santidad no bastan por sí solos. Mi reto personal y gran propósito es ése: la oración diaria.

    Me llevo en el corazón una frase que el Señor dijo a santa Catalina de Siena: “Yo salvaré el mundo por las lágrimas, las oraciones y las tribulaciones de mis almas escogidas”, o algo así.

    Señor, me encantaría ser una de esas almas escogidas.

    ¡Ah!, y hay que invitar a ejercicios, ¿eh? Hacen mucho bien.

    Alfonso B., (Madrid)

  • Impresiones de campamento 2012 Javier B.

    Vivimos rodeados de constante actividad. En un mismo día puedes ir a la universidad a matricularte, a la autoescuela, a la Escuela Oficial de Idiomas y al dentista… Parece una misión imposible, pero el hecho es que el hombre de hoy se está dejando llevar por esta corriente de «activismo desenfrenado», como me gusta llamarlo a mí. Para mí el Campamento de Santa María es una frenada en seco para todo este envoltorio que muchas veces no me deja mostrar lo que soy en realidad y desenvolverme como a mí me gusta.

    Además, como jefe de escuadra, lo que más he buscado este año ha sido que mis escuadristas disfrutaran al máximo de la experiencia que suponen estos quince días, ya que no solo se quedan en intimidad con Dios y consigo mismos, sino que también es la oportunidad perfecta para darse a los demás y poner en práctica todo aquello que se habla en las asambleas y que, a veces, en casa, es muy difícil de llevar a cabo.

    Sin embargo, de este campamento me llevo un mensaje breve y sencillo de entender, aunque profundo y complejo de vivir. He comprendido que si somos nosotros quienes intentamos que el mundo del «activismo desenfrenado» no nos coma, de ser los mejores, de llevarnos los méritos por lo mucho que hemos ayudado a los demás en este campamento, etc.; no estamos dejando a Dios la oportunidad de actuar en nosotros. No se trata de tenerle como un salvavidas para cuando las cosas nos van mal, sino que debemos aceptar que somos pequeños y frágiles y que SOLO DIOS es quien puede darnos la verdadera felicidad y, por tanto, debemos dejarnos hacer por Él.

    De este modo, y como dije en el último fuego de campamento, ya no soy yo quien hace la foto (los que tenéis tuenti conocéis la típica «autofoto» en la que solo sale medio cuerpo y el flashazo de la cámara), sino que es Dios quien me saca en plenitud, aunque ahora salga más pequeño. Porque gracias a eso pueden aparecer también en la foto la Virgen de Gredos, a la que espero ver al año que viene, y los maravillosos y cuantiosos paisajes y amigos que he conocido durante este campamento.

    Javi Bastante

  • Impresiones de campamento 2012 Gabriel C.

    El campamento ha sido una fuente de inspiración, sabiduría y aprendizaje. Gracias a él he madurado como persona y me acerco cada vez más a Dios. Las noches de tertulia de Gredos, charlas… me han servido para pensar y responder a mis preguntas del año pasado. Gracias al campamento hoy soy la persona que soy: un joven con el corazón y el alma rejuvenecido.

    Agradezco a esta gran familia, a Santa María de la Montaña, a Dios y a mi escuadra que me hayan ayudado tanto a mejorar y por eso siempre llevaré en mi corazón una parte de esta gran familia y de Gredos por toda la ayuda recibida.

    Gracias Milicia de Santa María.

    Gabriel de la C.

  • Impresiones de campamento 2012 Isaac M.

    Los extraños y bellos caminos de Dios:

    Este es mi octavo año en Milicia y mi séptimo campamento (por problemas personales no pude ir un año) y…

    ¡Qué campamento! Iba receptivo. Quería ver qué designios tenía Dios para mí este verano y, ciertamente, como siempre, no fueron menos que sorpresas. María quiso ponerme de jefe de escuadra por accidente. En esta labor, aprendí ante todo a amar, aceptar y a pedir perdón. La escuadra era, en líneas generales, buena pero compleja. Cada uno venía con unos problemas distintos y unas preocupaciones únicas. Además, el cambio de jefe fue un tema difícil de abordar. Gracias a Dios que tuve el apoyo incondicional de mi monitor.

    Tuvimos nuestros “rifi- rafes” continuos y el último día completo de campamento, gracias a unas palabras intercambiadas con cada uno de mis escuadristas, conseguimos que el campamento nos sonriera y nos fuéramos con buen sabor de boca.

    En un plano más personal, como siempre ocurre, me volvió a sorprender Gredos. Esas noches son una maravilla, esas vistas son un regalo y, a pesar de que en las marchas pasé verdadero miedo, vi a Dios en cada uno de los acampados y monitores que no cesaban de dedicarme sonrisas y palabras de ánimo.

    De todas las actividades del Circo, me quedo sin duda con las Misas. Me resulta increíble que en esa inmensidad de lugar, Cristo se nos hiciera presente en un “trozo de pan”. Además, el rato de acción de gracias contemplando a nuestra humilde Virgencita en su gruta… ¡cuántos deseos surgieron en esos momentos! Sin duda, durante el curso, me anima el saber que mi nombre esta a los pies de María, en Gredos. Sin duda, tengo allí, inherente, plantado mi corazón.

    Por último, ahora aquí, quiero pedir perdón también, porque, a pesar de mi esfuerzo (que no fue poco) fallé muchas veces y en distintas ocasiones. También si pude incomodar a alguien, ya fuera con un gesto, una palabra o una actitud. También he de dar las gracias a todos aquellos que hicieron del campamento algo más bonito con sus sonrisas y miradas. Y también a aquellos acampados que ahora puedo llamar grandes amigos míos.

    Un fortísimo abrazo a todos en el Corazón de Nuestra Virgen de Gredos.

    Isaac M.

     17 años