«Por este motivo, queridos amigos, os invito a intensificar vuestro camino de fe en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Vosotros sois el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Como escribía el apóstol Pablo a los cristianos de la ciudad de Colosas, es vital tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad, especialmente hoy, cuando muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros. El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo con las modas del momento. Vosotros, jóvenes, tenéis el derecho de recibir de las generaciones que os preceden puntos firmes para hacer vuestras opciones y construir vuestra vida, del mismo modo que una planta pequeña necesita un apoyo sólido hasta que crezcan sus raíces, para convertirse en un árbol robusto, capaz de dar fruto».
(Mensaje de su Santidad el papa Benedicto XVI para la JMJ Madrid 2011)
Parece que hoy en día, como advierte el papa, lo importante es vivir la vida sin pensar en fundarla en sólidos cimientos. La sociedad del consumo no es algo abstracto, sino que se plasma perfectamente en nuestro estilo de vida: ¿cada cuánto cambiamos de móvil? ¿Es realmente imprescindible, o nos dejamos llevar del atractivo de la última generación? ¿De verdad necesitamos tantas cosas superficiales?
Pues aunque no lo parezca, y siguiendo con el símil del árbol, esta mentalidad es la que lleva a eliminar las raíces de nuestra vida, pues las raíces son duraderas, están hechas para ser profundas y dar estabilidad al árbol. No sólo alimentan de los nutrientes de la tierra, sino que afianzan al árbol a la tierra, y precisamente en esta sociedad lo que se pretende es que el viento de cada moda te desplace a un lugar nuevo, y nunca estés arraigado en un solo punto. Y estoy seguro de una cosa: cada vez que la moda nos lleva a un nuevo sitio, puede ser que el nuevo lugar sea un valle fértil, donde recibamos muchos nutrientes de la tierra. Sin embargo, no lo disfrutaremos mucho, pues al poco llegará una nueva ola de viento que nos trasplantará a otro lugar, tal vez árido y rocoso, donde a su vez permaneceremos poco tiempo. En otras palabras, la voluntad no se fortalece, y cuando vemos algo que realmente puede fundamentar nuestra vida, al poco la inercia del cambio nos habrá arrastrado sin apenas oposición a nuevas experiencias.
Esto me recuerda mucho a lo que nos insiste el P. Morales tanto: la reflexión. Los Ejercicios Espirituales son una forma muy directa de luchar contra esa dejadez del mundo, contra ese cambio constante que trae desequilibrio. La oración es otro medio para reflexionar. Hay muchos tipos de oración, pero uno de ellos es aquel en que nos ponemos delante del sagrario y a la luz del Espíritu Santo ponemos ante Dios todo lo que hemos hecho durante el día.
Chicos, tenemos que reflexionar, recordar las experiencias, pasarlas de nuevo por el corazón y ofrecerlas a Cristo. Que esta consigna nos anime durante esta semana para mejorar un poquito en nuestro día a día.
Bernardo C. (Madrid)