Etiqueta: Silencio

  • Impresiones de campamento de Juan F.

    Este campamento ha supuesto para mí un gran hito en mi juventud. Lo que más me ha gustado ha sido el ambiente y las personas, pues todo el mundo está alegre y contento y todos somos amigos de todos. Este campamento me ha ayudado mucho porque he tenido más responsabilidades que el año anterior. Otra de las cosas que más me han gustado ha sido la etapa de Gredos: las montañas, la naturaleza, dormir bajo las estrellas. Pero sobre todo, el silencio, estar cerca de la Virgen y convivencia con mi escuadra. Además, ha sido un campamento muy especial pues es el 50 aniversario de la Milicia de Santa María y la preparación para la Jornada Mundial de la Juventud. Me lo he pasado muy bien y espero volver el año que viene.

    Juan F.

    Cáceres

  • Ejercicios Espirituales, una historia de amistad.

    Se acerca el momento que Dios ha preparado desde siempre, para que jóvenes concretos conozcan su Amor.

    Se acerca el momento que cada militante entiende, como tiempo de Dios, tiempo y lugar de paso de Dios por él o por sus amigos. Por eso, desde cada cristiandad, desde cada hogar de la Milicia de Santa María, se encomienda, ofrece renuncias personales y trabaja por la siguiente tanda de Ejercicios Espirituales, sabiendo que Dios espera a jóvenes con nombres y apellidos en esos días de Gracia.

    Conocerse a uno mismo.

    Conócete a ti mismo, pues no te puedes conocer a ti mismo si no tienes un silencio completo. Si no te decides a esto, te pierdes en el anonimato de la masa. Y la mayoría de los hombres hoy son masa. Sólo en el silencio, en el vacío de ruido, en la calma armoniosa del hombre consigo mismo, brota la llama del genio, del artista, del santo y, sobre todo, la vida divina empieza a florecer en el alma, porque lo grande del hombre es lo de dentro.

    Pero además de este encuentro contigo mismo, que te proporciona el silencio, te hace encontrarte con los demás sin necesidad de hablar nada, porque al llenarte tú de Dios, enseguida empiezas a rebosarlo. En las muchas palabras se descubre la necedad, dice Dios en el libro del Eclesiástico: en las muchas palabras se descubre la necedad. Se habla mucho, y eso es porque hay muy poco dentro.  

    La gente no entiende…

    Y sobre todo, en el silencio, está el encuentro delicioso con Dios. Esto es lo que no comprende la gente por ahí fuera. ¿Sabes por qué? Porque no saben de esto casi nada.

    • Creen que el silencio es un vacío, cuando es plenitud, por ser encuentro con Dios. 
    • Creen que el silencio es muerte, cuando es Resurrección y Vida. 
    • Creen que el silencio es soledad y no se dan cuenta de que es compañía íntima. 

    La oración.

    Por eso, santa Teresa, cuando define qué es oración dice ella, define ella la oración, «tratar de amistad, estando a solas con quien sabemos que nos ama».

    Tratar de amistad, de amigo a amigo. Estando a solas, porque dos amigos, cuando quieren estar compenetrados, se quedan solos. Tratar de amistad estando a solas con quien sabemos que nos ama.

    Pero este estar a solas, es tan costoso para la naturaleza. Por otra parte, tenemos dentro tantos hábitos inveterados, tantos años en que nos hemos dejado llevar de la curiosidad unas veces, del sentimentalismo otras, de la imaginación las más, de la pereza casi siempre; que nos encontramos tarados para conquistar esta libre soledad interior, que decía el poeta Rilke a sus discípulos: ante todo tenéis que conquistar vuestra libre soledad interior.

    El desierto.

    Silencio, soledad, amor. ¿Por qué? ¿Por qué el silencio es el preludio del Amor? 

    Imposible oír esta sinfonía divina. Imposible meterse en estos caminos trinitarios de la unión con Dios, principio y fundamento de san Ignacio. Imposible seguir las huellas del verbo encarnado, Jesucristo, para introducirnos en la vida íntima de Dios Padre Hijo y Espíritu Santo, sin el silencio. Es necesario pasar por el desierto, decía Carlos de Foucault, y habitar en él para recibir la Gracia de Dios. El desierto, no de los treinta días de ejercicios, el desierto de toda una vida militante al servicio de Cristo. Llena de deficiencias y de fallos, pero continuamente reparándose.

    Es necesario pasar por el desierto y habitar en él para recibir la Gracia de Dios. Es allí donde nos vaciamos, cuando decides asistir a una tanda, empiezas tú a vaciarte, a volverte como niño. A esto endereza Ignacio todos los ejercicios, como que el punto de arranque, para Ignacio y para el Evangelio, es, sencillamente, la humildad. Reconocer nuestra condición de criatura.

    (P. Tomás Morales, S.J.)

  • La paz que brota del corazón. Ejercicios Espirituales.

    La paz que brota del corazón. Ejercicios Espirituales.

    El P. Morales habla sobre los Ejercicios Espirituales y sobre la paz, sobre la verdadera paz.
    La Milicia de Santa María tendrá la próxima tanda de Ejercicios Espirituales en el puente de carnavales. ¿Quieres participar? ¿Conoces a alguien que necesite participar? Colabora en la acción difusora del Evangelio, conviértete en apóstol de los Ejercicios… Gana la Indulgencia plenaria, vuelve a empezar desde cero con Dios, experimenta Su Amor para contigo… Él te espera…

    Los Ejercicios espirituales empezaron siendo de cuatro días de duración. Como ellos pedían más, ya en 1948 hubo dos tandas de seis días completos. Y como todavía les parecía poco, en 1949 empezaron a celebrarse dos tandas anuales de ocho completos. Esta costumbre duró hasta que en 1956 empecé a dar tandas de mes, siguiendo en todos los detalles el esquema ignaciano.

    En estos Ejercicios se exigía rigurosamente el silencio. Aplicando la consigna de Pablo VI, se excluían de ellos «actividades propias de la dinámica de grupo: discusión de problemas religiosos, mesas redondas, encuestas». Todo esto tiene su puesto en la Iglesia, pero «no encaja en el marco de unos Ejercicios. Lo propio de ellos es que el alma, a solas con Dios, se disponga generosamente a encontrarse con Él».

    A los que no eran capaces de guardarlo, se les obligaba, con firmeza y suavidad al mismo tiempo, a abandonar la tanda. A los que permanecían se les enseñaba a hacer oración y penitencia, forzándoles suavemente a ello con la insistencia continua y el ambiente de recogimiento que poco a poco iba conquistando a todos. Se les mantenía en actividad incesante para que humanamente no pudieran aburrirse. Es verdad que las primeras horas, todo el primer día, se les hacía cuesta arriba.

    Pero como por amor a la Virgen se les incitaba a perseverar en el esfuerzo, una paz desconocida les empezaba a inundar a partir del segundo día, y los acababan rabiosamente contentos, llenos de alegría al tocar a Cristo.

    Así me decía uno: «La primera vez que me invitaron a Ejercicios espirituales y escuché esa palabra dije: NO. La segunda lo mismo. La tercera me derribó la gracia. Llenaron hasta rebosar las ansias que tenía en mi corazón. Desde ese momento mi vida giró 180 grados.

    Comprendí una cosa: esta vida no es la Vida. Me pidieron todo. Lo dejé todo. Y encontré todo».

    Los Ejercicios anuales se completaban con el día mensual de Ejercicios. Eso era, más que un día de retiro. Siempre en una casa de Ejercicios, comenzando el sábado por la tarde para acabarlo a última hora del domingo con la asamblea que tensa los espíritus para la acción apostólica.

    (P. Tomás Morales, S.J.

    Forja de hombres)