Fátima, 9 de agosto de 2006.
Hace más de seis años, un militante y un cruzado (no había cumplido un año completo en la Cruzada), en unas convivencias de militantes, durante la última Misa que celebraron en Fátima antes de volver a sus ciudades, leyeron estas líneas ante la Madre. En Su Corazón Inmaculado quedó el eco de estas palabras…
Aquel cruzado, hoy, años después, sólo puede dar gracias a la Madre, por cada día que ha pasado desde entonces. Vidas entregadas a Dios por medio de la juventud, de hombres locamente enamorados de María.
Hoy, festividad de Santa María de Fátima, recordamos aquel documento histórico. Porque a la santidad, se va por el camino de la perseverancia, y la perseverancia en el tiempo, por medio de las miserias, que María nos enseña a vivir en esta pequeña institución de la Iglesia católica, que es la Cruzada – Milicia…
Gracias María, por ser fiel a tu promesa de ser Madre para con cada uno de nosotros…
(jcsv)
Inmaculada Madre de Dios:
Nos presentamos ante Ti, tus hijos, para agradecerte todos los dones recibidos durante este año.
Te damos gracias por tu Cruzada – Milicia, y por todo lo que haces en nosotros a través de ella.
Queremos que tu Corazón sea nuestro refugio; queremos ofrecernos por la conversión de los pecadores, y en reparación de los pecados cometidos contra tu Inmaculado Corazón.
Queremos ser apóstoles de Cristo en medio del mundo, incendiándalo con el fuego de su amor.
Te ofrecemos Madre, el corazón de todos y cada uno de tus militantes y cruzados. También queremos ofrecerte el próximo curso, para que nos lleves de la mano, nos protejas, y nos guíes en el cumplimiento fiel y perseverante de nuestro compromiso.
Te pedimos la gracia de la santidad, porque queremos ser todo tuyos. Danos Madre, tus ojos para mirarle, tus oídos para escucharle, tu Corazón para amarle…