Etiqueta: Fe

  • Campamento de la paz.

    Campamento Santa María, Campamento de paz y unidad

    Campamento de paz. Tras unos 10 meses de ajetreo y no parar durante el curso el campamento ha sido para mí una estación donde repostar energías y ánimos de nuevo.

    Digo “de nuevo” porque este ha sido mi 4º campamento y también el primero de Jefe de Escuadra: un “Don y Tarea”. Don porque me ha servido como impulso para darme a los demás y aprender, y tarea porque he tenido que aprender a educar y ahora puedo asegurar que educar no es fácil.

    Este campamento ha sido asimismo un impulso fuerte en mi confianza en Dios, recuerdo que estando en situaciones difíciles la única alternativa que se me ocurría era rezar y encomendárselo al Señor. Lo más impresionante de todo era que Él lo acababa solucionando, a veces con la ayuda de pobres instrumentos humanos.

    También fue una ayuda el momento en el que subieron nuestros nombres a la virgencita de Gredos, ese gesto y la renovación del compromiso de militante allí delante de la Virgen fue toda una señal de que, ocurra lo que ocurra, Ella estará cuidándome durante todo el año.

    La etapa de Gredos fue todo un reto, personalmente es la etapa que más me gusta, pero físicamente (y eso también va unido) es la más dura para mí. Gredos es una etapa dura por los ascensos y el cansancio, pero es una etapa muy bonita por la belleza de las montañas y la superación que tenemos que llevar a cabo cada uno.

    También ha sido un campamento de unidad. Es increíble la capacidad del campamento de, con gente de todos los puntos de España (e incluso Francia y Perú) de Extremadura, de Tenerife, de Boadilla (Madrid) y Murcia, hacer familia y llegar a conocerse desde cero. Poco a poco conociéndonos y aceptando los defectos y virtudes de cada uno, se forja una amistad que dura en el tiempo como ninguna otra, y el campamento es el lugar austero pero ideal donde se hacen esos amigos de verdad.

    Campamento junto a María, junto a Jesús. Y es verdad, el campamento enseña a rezar y a tratar personalmente a Jesús, enseña a hacer balance de cada día y a autoeducarse poco a poco para crecer como persona bajo el amparo de la Madre, la Virgen. En este aspecto es en Gredos donde se aprende el “defecto dominante” y cómo mejorarlo. Allí, bajo el cielo estrellado, se descubre el sentido de aquella frase “Se puede ser ateo mirando hacia el suelo, pero no concibo que se puedan alzar los ojos al cielo y afirmar que no existe Dios”. Es la Virgen la que descubres que te hace regalos como una Madre cada día, y te cuida a cada momento.

    Campamento de la paz
    Campamento de unidad
    Junto a María, junto a Jesús

    (Samuel G., Getafe, 17 años)

  • La Fe de María.

    «Será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor le dará el trono de David, su padre. Reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin». (Lc 1, 32-33)

    Virgen María llorandoImagínate la situación. María destrozada en el suelo, con la cara oculta por la lluvia y las lágrimas, al pie de la cruz. Sobre Ella, el cuerpo de Jesús inmóvil, pálido, frío…

    Tras años de felicidad, así termina todo. Clavado a dos palos de madera, sufriendo en silencio la muerte y el desprecio causados por la ignorancia y la arrogancia de los hombres… Esto representa el final, pero entre tantos lamentos, María recuerda el origen.

    Recuerda al ángel, y sus palabras. Recuerda perfectamente el momento en el que Gabriel le dijo que su Hijo se convertiría en el Rey de todos los hombres. En un Rey sabio y justo, cuyo reinado duraría para siempre.

    Pero ahora, al alzar los ojos, lo único que ve es una corona de espinas, un trono de madera ensangrentado y un título tomado a broma: «Jesús Nazareno Rey de los Judíos». No hay cantos de alabanza, sino burlas y atrevimientos. No lo entiende…

    Está destrozada, y no es para menos. Su Hijo, Aquél que nos traería la salvación, ha muerto. Y María no entiende por qué. ¿Así ha de terminar la estirpe de David? ¿Estamos condenados al caos de un reinado sin rey? ¿Acaso sólo nos queda dolor y desesperación?

    No. Y María lo sabe.

    Su cuerpo pierde las fuerzas, su alma se derrumba y su corazón se ahoga en un mar de lágrimas. Pero sigue adelante. No se rinde, no abandona. Continúa su camino, su misión. No entiende el por qué de la situación, pero sigue levantándose. Si no entiende nada, ¿qué es lo que le hace seguir? ¿De dónde saca sus fuerzas?

    Dios siempre escucha

    De la fe, de la seguridad de saber que Dios siempre cumple. Siempre. Es cierto que no entiende la situación, pero cuando aceptó los deseos de Dios 33 años antes, tampoco lo entendía. ¿Por qué Alguien tan humilde debía de llevar a cabo una misión tan importante?

    Gracias a su fe, con el tiempo recobrará la felicidad que perdió en el camino. Descubrirá el significado de todo, y la paz volverá a su corazón. Lo hará gracias a Jesús, un Rey muy especial, igual que su Padre.

    Un Rey sabio, humilde y bueno, pero sobre todo constante, perseverante.

    Un Rey que SIEMPRE escucha. SIEMPRE responde. SIEMPRE ayuda. SIEMPRE, pero a su ritmo.

    Él dispone de toda una eternidad.

    Normal que se tome las cosas con calma.

    (G., 18 años. Burgos)

  • Manolo Amorós, cruzado de Santa María.

    Manolo Amorós, cruzado de Santa María.

    Suenan voces cerca ya,
    la fruta madura está;
    alguien tiene que saltar
    a Perú, Chile, Zaire…, ¡qué más da!, porque…
    hay que saltar a misionar.

    Hay que elevar ya la mirada
    la Iglesia no puede esperar
    en nuestra mano está, todo dependerá
    de hacer viva la mística campamental.

    Ya sé que tú como yo,
    a MISIONES quieres ir,
    ya sabes la preparación:
    “El ahora, el presente vivir”, porque…
    hay que saltar a misionar.

    Hay que elevar ya la mirada
    la Iglesia no puede esperar
    en nuestra mano está, todo dependerá
    de hacer viva la mística campamental.

     ¿Quién el puesto ha de cubrir
    del que marcha a misionar?
    Sólo aquel que sepa abrir
    alma y vida a Jesús, de par en par, porque…
    hay que saltar a misionar.

    Hay que elevar ya la mirada
    la Iglesia no puede esperar
    en nuestra mano está, todo dependerá
    de hacer viva la mística campamental. 

    La vida de todo hombre es una incógnita, cada una por una razón.

    Y la de un cruzado de Santa María es un misterio insondable, un abismo de pobreza y Misericordia.

    Manolo Amorós, gran hombre con corazón de niño, conoció en su adolescencia la Milicia de Santa María. El encuentro con su Madre, la Virgen, descubrir su tierno amor, fue la luz que desde entonces guió su vida, durante largos años en tierras de misiones peruanas.

    Hoy ese corazón bondadoso dejó de latir de repente, para empezar a Vivir…
    Hoy, 7 de mayo de 2012, este testigo de la Misericordia de Dios, ha recibido el relevo final. Ha perseverado en la vocación de laico consagrado en medio del mundo, hasta el final, y Dios le ha llamado por fin a su intimidad, por toda una eternidad…

    Un cúmulo de sentimientos se amontonan al recibir la noticia: tristeza, dolor…, pero sobre todo, alegría, esperanza, gratitud…

    En medio del mundo, allí donde Dios le esperaba hace años, allí donde la Virgen lo encontró de joven, hoy ha fallecido, naciendo a la Vida, la verdadera Vida por la que como cruzado gastó sus años por la salvación de la juventud, como gratitud a la Virgen.

    Desde el cielo intercedes por tus hermanos cruzados, por tus hijos militantes. Y hoy,  las notas de tu guitarra, empujan a cada uno de los que te conocimos, a preguntarnos con sinceridad delante de Dios:

    ¿Quién el puesto ha de cubrir
    del que marcha a misionar?
    Sólo aquel que sepa abrir
    alma y vida a Jesús, de par en par, porque…
    hay que saltar a misionar.

    Santa María, en tu mes, Reina y Madre de tu Cruzada – Milicia, ruega por Manuel T. Amorós.
  • Rasgar las apariencias, vivir de fe.

    Rasgar las apariencias, vivir de fe.

    Hoy termina un año, y comienza otro. Regalo gratuito de Dios para con cada uno de nosotros. Un año que debe comenzar con un acto de fe por nuestra parte: ¡Señor, confío en Ti! ¡Sé que lo que me tienes reservado para este nuevo año, es lo mejor para mí!

    Echemos la vista atrás, y busquemos el rastro de Dios en nuestras vidas como Iglesia. El año que hoy termina ha sido un momento de Gracia, no cabe duda. ¿Seremos capaces de encontrar a Dios Padre, no sólo en los regalos agradables, sino también en nuestras miserias, caídas, limitaciones? ¿Será capaz la Cruzada – Milicia de dar gracias por su pobreza amada y transformada por el Amor gratuito de Dios?

    Los primeros momentos de un encuentro importante, deciden el rumbo del mismo. Por eso, por adelantado, demos gracias a Dios por lo que nos dará, sabiendo que detrás de todo lo aparentemente bueno o malo, está Él, que gobierna el mundo por medio de cosas, acontecimientos, personas. Y Él, es un Padre Misericordioso, que cuida de sus hijos con ternura. ¡Hágase en mí…!

    ¡Feliz año! ¡Feliz tiempo de Dios!

    La fe es un salto en el vacío. Tírate. Y el Padre de los cielos que te dice, yo sí que te veo. Porque eso fue lo que le dijo este padre al niño. Cuando el niño apareció ahí arriba en el balcón decía, pero papá si no te veo.

    – Tú tírate, yo sí te veo. Esto basta. Salta en seguida.

    Saltó, y se encontró sano y salvo en brazos de su padre.

    Dios te salve María, que dé este salto mañana. Venciendo todavía las repugnancias que tengo dentro y que mi soberbia me pone una cantidad de muros tremendos para saltar. Tú, Madre, no veías ni comprendías nada. Pero Dios te invita a dar un salto en el vacío.

    Y lo das. Y dándolo eres causa de salvación para Ti y para todo el género humano. Y por lo tanto para mí también. Y para tu Cruzada – Milicia.

    Ahora la Virgen va a andar siempre en tinieblas, sin saber nada, sin ver, pero dice sí a todo. El que se decide a vivir de amor y fe, a vivir la aventura de la fe, se mete en un mundo en que ya no va a entender nada de lo que le sucede en la vida, porque Dios escribe con unos rasgos enteramente distintos de los que creía que iba a escribir.

    Empieza la aventura de la fe. María rasga las apariencias. Rasgar las apariencias de las cosas. Su fe es como el radar, divisa objetos envueltos en la noche, perdidos en la niebla.

    (P. Morales, S.J.)