Una voz interior habla…, y guía por el camino de la vida: es Dios.

Anunciación de María«Al sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una Virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David. El nombre de la Virgen era María» Lc 1, 26-27

Si hubieras preguntado a sus vecinos sobre María, te habrían dicho que era una mujer normal, que llevaba una vida normal en Nazaret, un pueblo normal. María era una persona normal, y sin embargo, para Dios era más que eso. Para Él, era María, una persona única e irreemplazable. Alguien con nombre propio. Y como Dios tenía un camino único y exclusivo diseñado para ella, le mandó a Gabriel comunicarle sus planes, para ver qué opinaba ella. A María esto le pilló por sorpresa: Dios le presentaba un camino por el que nadie había pasado nunca, un camino lleno de dificultades y temores… ¿Y qué hizo ella? Lo mejor que podía haber hecho: confiar en Dios, el único que conoce el verdadero final del camino, el único que muestra senderos que conducen a la auténtica felicidad.

Seguro que eres una persona normal, con una vida normal en un lugar de lo más normal. Seguro que tienes problemas, muchos o pocos, que siempre te hacen sufrir. Seguro que tratas de orientarte en la vida, buscando el camino que te aliviará ese dolor. Es más, seguro que de entre todos los caminos, hay uno que te parece demasiado complicado en comparación con los demás.

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Te propongo que te pongas a escuchar, porque con suerte oirás una voz al final del camino. Una voz cálida y segura que te llama por tu nombre. Una voz propia de Alguien, para el que eres único e irreemplazable.

En ese momento tendrás que elegir entre adentrarte a lo inexplorado en busca de esa cálida Voz, o escoger un camino más fácil pero incierto…

Créeme, fíate del Dueño de la voz.

SEGURO que serás feliz.

(G., 18 años. Burgos)