Del dos al cinco de enero, en un pueblo pequeño de la provincia de Madrid, en un convento construido hace más de cuatrocientos años -saqueado por el Francés, recuperado, desamortizado, devastado durante la Guerra civil (origen de ocho mujeres mártires), reconstruido y vuelto a poner en pie-. En ese convento donde reposa «la santa Juana», allí estuvimos unos cuantos militantes de convivencias navideñas.
(Me había propuesto estar más atento y ayudar más en las labores de la casa, pero me temo que estuve un poco gandul.)
Por la mañana, el «pack milicia», esto es, oración, misa yyyy desayuno. Estudio (¡somos sacerdotes por el bautismo, podemos ofrecer a Dios nuestro estudio!).Bincas (poco a poco mi corazón se abre a otro corazón, y en éste y en otros vamos caminando hacia Cristo). ¡Toledo! y un gran guía en una gran ciudad. Velada con canciones, ¡y Pablo que nos enseña a componer una canción! Balance de fin de día, de acabar como empecé, con Dios Padre. ¿Y María? Ella seguro que ha estado con nosotros, sin que se la vea, discreta, pero acompañante.
¡Hey!, ¿no te apuntas a las próximas? Seguro que en Semana Santa hay algo por ahí…
¡Larga vida a los cocineros…!
¿Cómo llevaremos al Niño Jesús a nuestros compañeros? ¡Estamos a tiempo!
Alfonso B. (Madrid)